miércoles, 24 de octubre de 2007

Autoliderazgo

DE LAS OBVIEDADES AL CORAJE DE CRECER Y PROYECTARNOS!

Vivimos en un mundo de obviedades! Es obvio que debamos tener objetivos personales, (pero casi nadie los tiene escritos), es obvio que necesitamos autoliderarnos, es decir liderar nuestras actitudes y nuestra actuación, (pero casi nadie entrena para lograrlo), es obvio que debemos progresar, (pero rara vez escribimos los planes a mediano y largo plazo y mucho menos los visualizamos), es obvio que todos queremos triunfar, (aunque no nos imponemos la mejora del 1% diaria), es obvio que debamos entendernos para lograr resultados, (aunque sabemos poco y nada de negociación seria para salir de la posición e ir al interés común), es obvio que ......
Los espacios de obviedades llenan nuestras vidas. Asistimos todos los días a lo que nosotros denominamos “la revolución de lo obvio” y , como toda obviedad, se da por sobreentendido que los mecanismos para alcanzar tal o cual cosa o situación deben ejercitarse, deben estar en algún lugar de nuestro inconsciente, porque, como decimos “es obvio”.
Ahora bien, como nuestro cerebro es muy obediente, sólo responde a nuestras órdenes cuando éstas son explícitas, a través de nuestro pensamiento y nuestro lenguaje. Es decir que sólo alcanzamos aquello que tiene una forma y en lo cual focalizamos toda nuestra energía. Es pasar de imaginar a crear y luego actuar, y aquí van desapareciendo las obviedades para tomar parte de nuestro propio “autoliderazgo”.
Ahora demos un paso más de razonamiento. Muchas veces alcanzar algo implica, al inicio, asumir una cuota de miedo y un riesgo, mayor o menor de acuerdo a los objetivos y a nuestro propio paradigma de actuación.
Es allí donde aparece, dentro del autoliderazgo, (liderazgo de nuestra propia persona, actuación y proyección), el “coraje”, como una fuerza o valor de actuar tras objetivos concretos, aún sintiendo miedo.
Tener coraje implica justamente tomar decisiones, la vida es una cuestión de decisiones y asumir y realizar un esfuerzo.
La vida nos presenta problemas o desafíos, es una cuestión de interpretación y de actuación. Quien ve la vida llena de problemas, rara vez alcanza a percibir que es el desafío de estar vivo y útil, y por consiguiente transformar rápidamente estos planteos en desafíos a presente y futuro será algo fuera de su control. La energía personal se diluye y los resultados deseados cada vez se alejan más.
Reconocer los desafíos que nos presenta la vida, en todos nuestros perfiles de actuación, implica el coraje de enfrentar el camino diario, sabiendo que estamos rumbo a un propósito definido.
En nuestro paso como consultores vemos en el ámbito de la empresa, (pública o privada), como mucha gente se vuelve temerosa e incompetente por miedo, es decir por falta de ejercitar la cuota necesaria de coraje, para lograr respeto y autoridad ganada desde el autoliderazgo y la disciplina personal.
Personas que dicen “si”, cuando en realidad deberían decir “no”. Personas que dicen “no, yo no puedo porque...”, cuando en realidad deberían decir “sí”, ...puedo, aunque tengo un poco de miedo, igual lo haré.
El coraje es un ejercicio, el coraje se habilita con nuestras decisiones. El coraje implica correr riesgos, sabiendo y sintiendo el “sabor de los desafíos”. Coraje es buscar lo nuevo, es animarse a cambiar lo que hay que cambiar, en el momento preciso, ni antes ni después.
El coraje es movilizador, porque implica valor de actuar, de animarse, de exponerse, cuando otros sencillamente se quedan callados por temor a disentir.
Coraje es construcción constante y ejercitarlo permite a los integrantes de una organización:
Reconocer la realidad como es, con sus aciertos y errores, con sus debilidades y posibilidades. La realidad incluye también partes desagradables, que nadie quiere escuchar, animarse a decir lo que se necesita y no lo que los demás quisieran escuchar. ¡Esto es coraje!. Es más, en nuestra práctica empresaria comprobamos que cuando al equipo le falta coraje, la empresa comienza a perder productividad, presencia y mercados, dado que es más fácil vivir una fantasía y creer que todo está bajo control, que asumir una realidad para poder enfrentarla y mejorar desde el conjunto. Y esta tarea les compete a todos, desde el número uno hasta el portero de la organización.

Tomar decisiones y establecer prioridades. Elegir, priorizar y enfocar en objetivos y tareas concretas requiere coraje, especialmente en aquellas culturas que son adictas a lo dictatorial, o a lo que dice “la gente de arriba”. Estamos entrando en el terreno de los equipos y su liderazgo, lo que también requiere coraje y autodisciplina.

La reseña continúa: vivir los valores, personales, animarse a actuar, aunque con miedo al principio, entrenar con el otro y no a pesar del otro, compartir conocimientos, aceptar, reconocer y destacar los logros y no sólo los errores de los demás, inspira y alimenta la cuota de autoliderazgo y coraje. Y esta es una situación vital!

Cr. Rodolfo Pacher Consultor. Especialista en Comportamiento Organizacional y Gestión de Calidad

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