lunes, 29 de octubre de 2007

Las emociones y el comportamiento


A menudo nos confundimos y nos enojamos cuando tratamos de comprender porque otras personas se comportan como lo hacen. Cometemos el error de suponer que los demás actúan de acuerdo con la lógica, la razón y la inteligencia. Pero esto no es cierto. Los seres humanos actuamos guiados por las emociones. Y las emociones no resisten el análisis, el juicio y la razón.
Sin embargo, es necesario tenerlas en cuenta si queremos influir en el comportamiento de los demás. Los seres humanos somos organismos regidos por las emociones. Es cierto que somos seres inteligentes, pero la inteligencia no gobierna nuestros actos. Actuamos movidos por las emociones. Son ellas, en principio, las que nos hacen justificarnos y anclarnos o, escuchar, abrirnos y compartir aprendizajes
Vivir es un constante proceso en cuyo transcurso intentamos satisfacer necesidades y deseos emocionales. No es la inteligencia y la lógica lo que desencadena nuestras acciones, sino nuestra emoción. Son nuestros estados emocionales los que nos llevan a pensar positiva o negativamente, los que crean nuevos mundos o nublan otros ante nuestros bloqueos, miedos y limitaciones. Es la emoción quien administra nuestras percepciones, es la emoción, en principio, la que impulsa nuestras actitudes y nuestra disciplina. Recién después de este filtro actúa la inteligencia y la lógica.
Las emociones son como “circuitos impresos”, o estrategias que organizan de cierto modo y para fines múltiples nuestra mente
Entonces, si queremos lograr algo de alguien, si queremos que alguien actúe, primero tenemos que hablar o transmitir en el mundo emocional, y no solamente en el de la inteligencia y la lógica.

Hablar a la inteligencia de una persona estimula el pensamiento; en cambio, hablar a las emociones estimula la acción.

Y todos sabemos que pensamiento inteligente, sin acción, es mera ilusión.
Otra forma de analizar esta situación es que, generalmente, cambiamos de opinión por observación y no por el argumento de quien nos habla. Esto significa que para actuar requerimos experimentar determinadas emociones.
Las palabras seducen, pero el ejemplo arrastra.
Un buen líder sabe que puede generar cambios rápidos en la gente si sus acciones hablan bien de él.
Ahora bien, esta mezcla entre lo emocional racional es algo casi indisoluble. Lo que tratamos de transmitir es que hay un orden y con esas prioridades actuamos, somos seres emocionales primero, racionales después.

Cómo hablar orientados hacia el perfil emocional de las personas?
A veces nos preguntamos: "¿como le hablamos a las emociones?"
Es casi una magia, es como el arte de llegar al corazón. Requiere de suavidad. De paciencia. De un tono persuasivo. Requiere que tengamos voluntad, deseos de identificarnos, desde el nivel básico de persona, con el otro. Esto significa considerar su situación, tratando de experimentar los sentimientos que creemos que experimenta esa persona, desde su perfil de análisis, desde su mundo perceptivo. Es apelar a la sensibilidad, es atender, apreciar y animar al otro antes y durante nuestras comunicaciones. Es un acto de amor, que pasa por el respeto hacia la humanidad y la integridad de ese otro.
Cuando esto sucede podemos construir mundos distintos, Aprendemos a pedir perdón, aprendemos a decir “no se”, aprendemos a decir “muchas gracias”, aprendemos a observar para aprender, antes que a responder. En síntesis, aprendemos a escuchar más allá del boca-oido.
En cierta oportunidad , un periodista escribió: “Tomás de Aquino ,dijo una vez, que cuando queramos convertir a alguien a nuestra propia opinión, debemos acercarnos a este alguien, tomarlo de la mano, ( mentalmente hablando) y guiarlo. No hay que quedarse al otro lado y gritarle; no hay que llamarlo tonto; no hay que ordenarle que acuda al lugar en el que nos encontramos nosotros. Todo cambio requiere involucramiento. Y este se gana, no se impone. Hay que empezar desde el lugar en el que se encuentra cada persona y actuar desde aquella posición. Es el único medio para conseguir movimiento y acciones concretas”.
Cuando podemos comprender mental y afectivamente el estado de ánimo de los demás y considerarlo en nuestras comunicaciones, es cuando dejamos de exigir e imponer. Es cuando comenzamos a influir y persuadir, escuchamos con atención y podemos entender otros puntos de vista.
Por último, cabe destacar que para lograr esto necesitamos de cierta clase de equilibrio emocional, (una de las conquistas de mayor trascendencia a la que podemos aspirar los seres humanos). Ello nos permitirá ser ecuánimes en nuestras comunicaciones, mesurados en las expresiones y valerosos y seguros en los actos. A una persona equilibrada emocionalmente, siempre la apreciamos, valoramos y estimamos.
En un mundo veloz e interactivo tenemos poco tiempo para lograr buenos resultados. Y estos siempre se logran con la gente, no a pesar de ella
Si a las personas se les da una buena razón- una de sus razones- y se les explican las ventajas, la gran mayoría accede amablemente a colaborar.
Porque la gente hace las cosas por sus propios motivos. No por los nuestros. Y estos motivos son de carácter emocional y arrancan de sus sentimientos. Cuando en ello hay convicción, la emoción es el motor para desencadenar el movimiento. Y aquí si que no hay más límites que los de nuestra propia imaginación.

Cdor.Rodolfo Pacher- Capacitador - Especialista en comportamiento organizacional-



No hay comentarios:

Publicar un comentario